Luces destellantes, la inevitable bola de cristal en el techo de la pista central, sonido de moda y luz tenue cuando la música bajaba de revoluciones.
En la Calle Maestro Nicolás había que guardar cola para conseguir acceder a uno de esos locales donde no pocos leoneses escondían deseos y secretos. Los años y las décadas fueron pasando y en la rutina de acudir viernes, sábado y domingo al Aston los más jóvenes fueron dejando paso a quienes tenían más edad.
Y así hasta que se convirtió en un punto de encuentro para singles, en un lugar de citas para veteranos y últimamente en un local donde la música sudamericana tenía protagonismo.
El paso del tiempo sin embargo ha terminado por apagar las luces de este local y desenchufar la música que ya sólo sonaba en mp3.
Los tiempos cambian y las luces led y la bola de cristal en el techo son ya historia. Incluso las entradas del Aston que aún se conservan ahora están en webs de subastas al precio de 30 horas.
De lo pasado sólo queda la historia y de su corazón nada en absoluto porque sus instalaciones ahora dan paso a un nuevo bazar. Chino, por supuesto.