Para evaluar cuáles son los tipos de grasas que se relacionan con más riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y mortalidad, los investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) han analizado los datos de 7.038 pacientes con alto riesgo cardiovascular, que, debido a un estudio previo, habían tenido ya un seguimiento de 6 años.
Los resultados, publicados en la revista The American Journal of Clinical Nutrition, revelan que un consumo más alto de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, que provienen principalmente de origen vegetal como del aceite de oliva y los frutos secos, tenían entre un 32 y un 50% menos riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares comparado con los participantes con un consumo más bajo de estas grasas. Además, aquellos que tenían un consumo más alto de grasas saturadas y “trans”, que están principalmente en productos de origen animal y procesados como la bollería industrial, tenían hasta un 30% más riesgo de sufrir enfermedades del corazón, como infarto de miocardio, accidente vascular cerebral o muerte cardiovascular.
Además, el equipo liderado por los doctores Marta Guasch-Ferré y Jordi Salas Salvadó, investigador principal del CIBERobn y director de la Unidad de Nutrición Humana de la Universidad Rovira i Virgili, investigó el efecto de sustituir unas grasas dietéticas por otras sobre la enfermedad cardiovascular. En este sentido, sustituir el consumo de grasas saturadas y trans por grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, como, por ejemplo, consumir frutos secos en lugar de alimentos de bollería industrial, es beneficioso en la prevención de enfermedades cardiovasculares y mortalidad.
En conclusión, explican los investigadores, las propiedades saludables de la dieta mediterránea en la prevención de enfermedades y la importancia de sustituir el consumo de grasas no saludables por grasas que han demostrado ser más saludables. A pesar de ello, si estas grasas saturadas y trans se sustituyen por alimentos con alto contenido en hidratos de carbono (especialmente hidratos de carbono refinados) no se consigue una reducció́n en el riesgo cardiovascular.