Reportajes
REPORTAJE
De Marruecos a un albergue
La joven musulmana Sanae Malovani trabaja desde hace tres años atendiendo a los peregrinos en El Palomar de Ledigos (Palencia)
E.P.P.
18/04/2010 (14:41 horas)
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Sus ojos y su pelo negro delatan su origen árabe. Sanae Malovani es una de las hospitaleras más peculiares del Camino de Santiago porque es natural de Marruecos y musulmana. Con 24 años, es una de las encargadas de atender el albergue El Palomar de Ledigos (Palencia), un trabajo al que llegó por “casualidad” hace tres años y con el que se muestra encantada.

“Me gusta mucho, me encanta estar con los peregrinos”, asegura Sanae, quien destaca que como la localidad cuenta con muy pocos vecinos (tiene 80 habitantes censados) y la mayoría son mayores, “sin peregrinos no habría nada”. Además, explica que el contacto con personas de diferentes nacionalidades le ha enriquecido mucho. “Viene gente de países que yo no sabía ni que existían”, apunta.

La joven marroquí llegó a Ledigos hace tres años atraída por la oferta de empleo que hizo Evelio Dujo, propietario del albergue y del bar de la localidad. Sólo dos meses antes había dejado su país para trasladarse a Palencia, donde residía su hermana mayor, en busca de una vida mejor. “Éste ha sido mi primer trabajo en España y estoy muy contenta”, señala Sanae, quien indica que se ocupa del albergue junto a la mujer de Evelio, Ana Pérez.

Musulmana practicante (“hago mis cinco oraciones diarias mirando a La Meca, no bebo alcohol y no como cerdo”, indica), Sanae explica que antes de llegar a Palencia nunca había oído hablar del Camino de Santiago, una ruta de peregrinación que le parece muy diferente a la que realizan los islámicos a La Meca. “Aquí la gente va andando o en bici, nosotros podemos ir en avión”, apostilla.

En cualquier caso, ella asume con total naturalidad atender a mucha gente que realiza la ruta jacobea por su fe cristiana y asegura que su familia tampoco tiene ningún problema al respecto. “Saben que trabajo en un albergue, que es una especie de hotel, y les parece bien porque saben que soy musulmana y que no voy a cambiar por estar aquí”, señala la marroquí con una sonrisa, aunque reconoce que a sus padres no les cuenta que también ayuda a Evelio en el bar porque su religión le prohíbe tocar el alcohol.

Jefes como padres

“Para mí, estar aquí es como si estuviera con mis padres”, asegura Sanae, quien destaca que sus jefes, Evelio y Ana, hicieron un viaje a Marruecos para conocer a su familia. Incluso, el año pasado le ofrecieron a su hermana pequeña, Fátima, de 20 años, que viniera a trabajar a Ledigos, donde ahora se ocupa de cuidar a los padres del propietario del albergue. “Cuanto tiene algún rato libre, viene a verme y me echa una mano”, comenta la joven.

En contra de lo que se pudiera suponer, Sanae asegura que los peregrinos “no se sorprenden mucho” de verla trabajar en un albergue. “Algunos conocen muy bien la religión musulmana e incluso han ido a La Meca aunque sean cristianos”, apostilla. Respecto a su futuro, no hace planes. “De momento, estoy bien aquí, todavía soy joven y no pienso en el futuro”, señala Sanae, aunque reconoce que espera volver a su país “dentro de unos años” o quizás quedarse a vivir en Melilla, donde residen sus dos hermanos varones.

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