Esta imagen, titular de la cofradía, ha sacado al corazón de León a decenas de leoneses silenciosos a su paso, sorprendidos en no pocas ocasiones.
Tras los faroles y la cruz de guía, que de nuevo han abierto la marcha, la cruz alzada y la cruz de difuntos para dar paso, escoltado por velas de cofrades, al crucificado.
Entre incienso, con sonidos de viento y el tambor destemplado, a los que se ha unido la carraca, el acto procesional ha dejado ver el primer via crucis de este tiempo santo.
Uno de los momentos más destacados ha sido la entrada del cortejo a la iglesia de San Claudio, a su regreso con el Santo Cristo de la Bienaventuranza alumbrado tan solo por antorchas encendidas.
Puja en horquetas
Estos mismos hermanos se apoyan en su puja en horquetas, que antaño servían como soporte de los pasos en las paradas, y que hoy, con su sonido, acentúan aún ese
citado carácter sobrecogedor.
La imagen titular de la hermandad es el Santo Cristo de San Claudio, un crucificado de autor desconocido hecho en el siglo XX, de nuevo ha sido pujada en horquetas, con su peculiar sonido que ha abierto no pocas ventanas a su paso.
El acto final de esta procesión, en su regreso al templo, ha estado marcado por el recibimiento en medio de una enorme oscuridad, rota por las velas de los cofrades.
Imagen de uno de los papones a la salida del acto procesional.
La carraca, en el centro, anunciando el paso procesional.
Velas acompañando el paso procesional.
Imagen del via crucis, a su salida de la iglesia.
Instrumentos de viento para acompañar el paso procesional.