Opinión
OPINIÓN POR JUAN GARCÍA CAMPAL
Bocas
Esta ha sido una semana en la que, aún sin querer, a uno no le ha quedado más remedio que reparar en las cosas que salen, o no, de determinadas, cuando no numerosas, bocas. Ha sido una semana de bocas pías, de bocas retrógadas, de bocas aproximativas, de obsesivas bocas, de bocas seudojurídicas -¡somos un país de abogados!, eso sí, mayormente de secano o caleya que se diría en mi tierra de nacencia-.
23/10/2013
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DEL CUADERNO CASI DIARIO

Pía, casi beatífica, tirando a silenciosa –igual que hay silencios elocuentes, hay discursos vacíos- estuvo la boca de Zapatero en la entrevista concedida a Ana Pastor en La Sexta TV. Obsesionado con no parecerse a Aznar –lo que se agradece- guardó silencios o usó salidas por la tangente cargadas de un buenismo excesivo, casi cargante. Estimo que quien fue secretario general del PSOE y presidente del gobierno de España no deja de ser ciudadano, ni queda instalado en una dimensión por encima del bien y del mal, no debe rehusar dar su opinión como ciudadano sobre el estado del país. Bien está no querer emular el caudillismo de Aznar, pero tan excesivo respeto por las políticas del PP puede ser, para mí lo es, una falta de respeto y consideración para quienes con su esperanza y su voto lo elevamos a la presidencia del gobierno y cuya acción defiendo en muchos aspectos, como critico en otros. Bien está reconocer alguno de los errores cometidos, pero bien estaría también desde su posición política e ideológica denunciar las consecuencias de las actuales políticas del PP. No se trata de pasar a la historia, sino de transformar la realidad, y para eso, hay que procurar denunciar las que se consideren sus injusticias. 

A la retrógada boca del cura párroco del Burgo Ranero he de agradecerle de corazón haber terminado con las pocas tendencias caníbales que me quedaban. Si alguna vez pensé –que no lo recuerdo- comerme algún cura, abomino de ello, lo único que este lamentable y despreciable ejemplar me provoca es asco, y del superlativo. Cómo podría compartir dios con semejante... (los puntos suspensivos se los agradece a la educación que me dieron mis padres). En agradecimiento por el bien producido, le recomendaría leer, si es que su obtusa mente aún se lo permite, el evangelio de Mateo: 15.11, No lo que entra en la boca –piense lo que más le escandalice el cura y cada cual- contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre… 15.18, Pero lo que sale de la boca, del corazón sale, y esto contamina al hombre. Ya es lástima que sea este cura tan poco caritativo y tan políticamente cerril. Como amparándose en la sotana se dedica a hacer política antidemocrática, yo tendré que seguir pidiendo elecciones democráticas a dios.

Las bocas aproximativas, como las bocas obsesivas y las seudojurídicas, nos dieron la semana con la teoría, cuando ya no fue elevada a ley, Parot. Servidor, inútil donde los haya, aún va en la página 35 de las 54 que tiene la vituperada sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre el asunto Del Río Prada, por violación de Convenio. Que las víctimas y sus familiares y allegados se dejen llevar por el sentimiento, lo puedo comprender hasta cierto límite, incluso un poco más allá dada mi, por fortuna, falta de experiencia. Pero que personas, que dicen desear y defender el Estado de Derecho, abandonen sus principios y la fría razón a la hora de, incluso a veces con manifiesta ignorancia, atacar dicha sentencia -¿cuántos habrán terminado de leerla o simplemente empezado?- me hace temblar sobre el arraigo que aún tiene en muchos, casi como ley de leyes -la Constitución se pasa por el forro u arco- la ley del embudo. Mesura, serenidad, y sí, dura lex, sed lex, la ley es dura, pero es la ley. Guste o no guste. Con estas cosas hay que estar a las duras y a las más duras. Por descontado, la sentencia no administra mis apreciaciones personales hacia los infames comportamientos de los autores de los crímenes. 

Disculpen este hablar de bocas. Yo, ahora, ya me callo hasta la semana que viene. En principio.

Juanmaría García Campal

Cuaderno casi diario

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