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Amador Gómez
Domingo, 29 de mayo 2016, 00:00
Nada más terminar los penaltis en San Siro, la afición del Real Madrid comenzó a tomar la Cibeles, tan acostumbrada a celebrar los éxitos blancos, aunque hacía dos años que no festejaba el gran título, tan ansiado por los hinchas merengues, que volvieron a disfrutar ... de la conquista frente al eterno rival de la capital y quisieron que se empequeñeciese el reciente doblete de su odiado enemigo. «¡Sí, sí, sí, la 'undécima' ya está aquí!», retumbó en el lugar de peregrinación del madridismo, que abarrotó la Plaza de Cibeles y las calles colindantes, con miles de seguidores ataviados con camisetas, banderas y bufandas. El frío de la noche animaba a abrigarse, y la flamante Copa de Europa a exhibir con entusiasmo y chulería los símbolos del ya ganador de 11 Copas de Europa, cinco de ellas en color.
Las 'orejonas' fabricadas a mano, blancas, azules, rosas... en manos de aficionados eufóricos, comenzaron a poblar la Cibeles, donde se coreó de nuevo el famoso 'We are the champions' y el ya habitual «Cómo no te voy a querer... Cómo no te voy a querer...». «... Si fuiste campeón de Europa por undécima vez», coronaba la masa, potenciada por gran parte de los 80.000 aficionados 'vikingos' que después de presenciar en directo el partido en el Bernabéu a través de pantallas gigantes quisieron continuar la fiesta en sitio tan señalado. Donde el madridismo engalana y venera a su diosa y a su equipo. Donde se rinde ante sus ídolos en las ocasiones memorables, como ocurrió tras ganar la 'décima' en Lisboa y otra vez más después de triunfar en Milán.
Al tratarse de una noche de sábado, que prometía alargarse hasta muy altas horas de la madrugada, los jóvenes fueron mayoría, cargados de todo tipo de símbolos de su equipo y, por supuesto, bolsas repletas de botellas de alcohol y de refresco y latas de cerveza. Por si acaso, tratándose de una congregación de tales dimensiones y con tantísimas ganas de juerga, allí no podían faltar los 'comerciantes' piratas que se acercaron a vender 'birras'. También había muchas familias enteras con niños, aunque, pese al dispositivo policial, en el ambiente se respiraba cierto temor por si a los típicos salvajes les daba, una vez más, por montar bronca y destrozar el mobiliario urbano.
El himno del Madrid se intercalaba con las proclamas a favor del propio equipo pero también contra el Atleti y el Barça. Los gritos para jalear a los futbolistas, sobre todo a Cristiano Ronaldo y a Sergio Ramos, el héroe del minuto 93 en Lisboa y en Milán también verdugo de los rojiblancos, no dejaban de resonar en la plaza y los alrededores. En las grandes arterias de la capital, el Paseo de la Castellana, el Paseo del Prado, la calle de Alcalá... También en el Retiro, mientras las inmediaciones de las principales avenidas se iban colapsando de coches con conductores y acompañantes ansiosos por desplegar sus banderas por las ventanillas y tocar el claxon sin descanso. El persistente sonido de la bocina contagiaba incluso a quien no era demasiado fororo, aunque entre los que se acercaron a la Cibeles y salieron a las calles pocos había que no llevaran al Real Madrid en el corazón. Ya habían sido advertidos horas antes a través de WhatsApp: «Madridista, no te olvides el día 28 cambiar el número de Champions. A las 10 serán las 11. Tic tac, tic tac». Y así fue. En ese momento, sin haber concluido aún la final, el Madrid ya era otra vez campeón de Europa.
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